12 junio 2010

[FF] "Lo último que hacer antes de morir"

Capítulo 2: Trato de vida y cadena de muerte.
 
La chica quedó inmóvil y sin decir una sola palabra, observaba detenidamente a aquel chico; sumergiéndose, cada vez más, en sus pensamientos, tratando de asimilar la situación.

- ¿Qué sucede exactamente? No entiendo nada de lo que está ocurriendo ¿Un ángel de la muerte? ¿De verdad existen? ¿Por qué no me ha dejado morir? Debo estar soñando. Sí, esto tiene que ser un sueño. No… es más como una pesadilla ¿Por qué me salvaría la vida, un ángel de la muerte? No tiene lógica.- La chica se hacía esas preguntas una y otra vez, sin entender lo que le estaba ocurriendo.

-Será mejor que te quites de ahí. El tiempo volverá a la normalidad en cualquier momento… deja de soñar despierta y apresúrate a quitarte de ese lugar.-

La chica volvió en sí e hizo lo que el chico le decía. Caminó rápidamente hacia la banqueta y, casi en seguida, el tiempo volvió a la normalidad. Los autos y las personas continuaban su camino, el bullicio y la indiferencia de la gente regresó, nadie se había percatado de lo que estuvo a punto de sucederle a la indefensa chica.

-Apuesto a que si ese auto te hubiera golpeado nadie te habría ayudado. Sólo aquellos que son como tú, claro, pero lo dudo, ya que hay muy pocos y además, comienzan a imitar a la demás gente. Es por eso que te he salvado la vida. Eres capaz de cambiar a la gente, cambiar su retorcida forma de ser y hacerlos pensar en los demás… pocos son capaces de hacer tal cosa… al menos que alguien les muestre cómo lograrlo.-

La chica le miraba fijamente, comenzaba a aceptar la situación.

-Gracias por salvarme la vida… Te lo agradezco. Y perdón por el golpe, realmente lo siento, es sólo que todo esto me es difícil de creer…-

-Lo siento, pero un simple “gracias” no basta. Se supone que ibas a morir hoy y, no obstante, estás con vida; eso quiere decir que alguien morirá en tu lugar, a menos que tú lo impidas y de paso, cambies la forma de ser de esa persona. Sólo tienes una semana para hacerlo. Si fallas, esa persona morirá y tú también lo harás. Pero si lo consigues, salvarás a esa persona en todos los sentidos, tanto su vida como su alma, y a cambio obtendrás una semana más de vida para salvar a la siguiente persona…- Le explicó el chico con un tono de voz serio y mirando fijamente a la chica.

- Pero cómo sabré quien morirá en mi lugar… - Preguntó la chica con gran inquietud.

-A partir de ahora, si aceptas hacer un trato conmigo verás un aro negro alrededor del cuello de las personas que morirán. Pero sólo podrás salvar a aquellas que tengan el aro de color gris. Eso quiere decir que tienes una semana para cambiar a la persona y salvarla. Conforme los días avancen, el aro se irá tornando más y más oscuro. Eso significa que el día de su muerte se acerca, cuando el aro se vuelva completamente negro, querrá decir que ese día la persona morirá.-

Al escuchar esto, la chica se volteó a mirar a la gente de su alrededor, tratando de comprobar las palabras del chico. Buscó entre la gente a alguien con dicho aro en el cuello y sólo logró ver a una persona con el aro en el cuello: un hombre de unos 45 años, alto, tez clara, cabello castaño claro y de ojos verdes. Para sorpresa de la chica, era uno de sus profesores. Por desgracia, tenía el estigma de la muerte. El aro de aquel hombre era completamente negro. La chica siguió con la mirada el desafortunado hombre, pero algo más llamó su atención. Su reflejo en el vidrio de un aparador. Ella también tenía el estigma en su cuello, pero éste era de un color gris. Tocando su cuello volvió a buscar el hombre que iba a morir.

-No hay nada que puedas hacer para salvarle. Él morirá hoy.- Azra decía esas palabras mienta se paraba junto a Akari y miraba cómo desaparecía la figura de aquel hombre entre el mar de gente.

-¿Por qué no puedo salvarle?... - Con estas palabras Akari miró al chico con enojo.

-Por desgracia, hay muchos que como tú morirán hoy. El día de su muerte fue escrito el día en que nacieron. Ese es su destino y el de muchas personas más; sin contar a aquellas personas que morirán en tu lugar. El hecho de haberte salvado ya es malo, porque has cambiado el destino de esas personas. Se ha hecho una cadena de muerte y es tu deber deshacer esa cadena. Dime ¿aceptas el contrato de vida para así poder salvar a aquellos a los que le has cambiado su destino?-

-Sí, acepto el trato.-

Akari aceptó el trato sin siquiera pensarlo dos veces, ya que le importaba lo que le sucedería a aquellas personas a las que el destino les fue cambiado. Lo que no sabía era lo que el destino le depararía y si lograría salvar a esas personas.

-Debes salvar a esas personas y tratar de no morir en el proceso e intentar cambiar la forma de ser y pensar de la gente que te rodea. Además, debes buscar una forma de romper la cadena de muerte que se ha formado.-

-¿Eso quiere decir que lo haré sola? ¿No vas a ayudarme? Entonces ¿Por qué me salvaste?- Akari hacía estas preguntas sujetando a Azra por el brazo.

-Sólo hice lo que me pidieron. Aunque también lo hice porque me agrada la gente como tú. Mi trabajo es sólo observar cómo salvas a esas personas y guiar las almas de los que han muerto, no se me permite intervenir más. Sólo puedo ayudarte en eso. Lo siento.-

-Eso es más que suficiente… Al menos, no estaré sola.-

Akari le soltó el brazo con una sonrisa en el rostro. Sin embargo, un pensamiento asaltó bruscamente la mente de Akari.

-¡¡¡La escuela!!! ¡¡Llegaré tarde a la escuela!! -

La chica salió corriendo sin pensar en nada más. Azra observó cómo la chica desapareció entre la multitud.

-Realmente será triste cuando encuentre la forma de romper la cadena.-

Azra comenzó a caminar lentamente entre la gente, llegando así hasta un parque cerca de la escuela de Akari. Justo en la esquina, se veía un pequeño grupo de gente reunida. Azra caminó hacia allí y mientras se acercaba, escuchó el grito de una mujer angustiada.

-¡¡¡Que alguien llame a una ambulancia!!! Este hombre se está muriendo… ¡¡¡Por favor!!! - La mujer suplicaba que la ayudaran. Sin embargo, nadie le hizo caso. Cada una de esas personas tenía un mismo pensamiento: “¿Por qué debería hacerlo? Tal vez, alguien la ayudará. Esto no tiene nada que ver con migo”.

Poco a poco, ese grupo de personas se fue desintegrando hasta dejar a la vista un chico parado, con una mirada triste, observando al hombre que yacía en el suelo y a la mujer que intentaba ayudarlo.

-Es inútil que lo intentes… Ya estaba escrito que este hombre moriría hoy en este lugar.-

La mujer al escuchar las palabras de Azra, levantó la mirada para ver a aquél que le hablaba, reflejando en sus ojos la figura de un chico con alas negras.

-Un ángel de la muerte… ¿Vienes a llevarte su alma?- Aquella mujer que había intentado salvar la vida de ese hombre, cambió su expresión de angustia por una de resignación.

-Es triste que haya muerto el día del maestro, él era un buen profesor…-

Azra extendió sus alas y extrajo el alma del pecho de aquél que yacía en el suelo. Tomándola en sus manos el ángel emprendió el vuelo para guiar a esa alma mientras pensaba: “Es bueno que Akari no haya visto morir a su profesor”.

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