Sinopsis: En un mundo lleno de indiferencia e intereses, donde nadie se preocupa por nadie salvo por si mismo, donde muy pocos son conscientes de ello, Akari es escogida para cambiar todo a su alrededor, salvada el mismo día en que su muerte fue designada y cargando con las consecuencias de ello.
Número de capítulos: 5 capítulos y continua.
Género: misterio y drama.
Género: misterio y drama.
CAPÍTULO 1 - El rescate.
En una mañana lluviosa, en una ciudad con gente con una rutina acostumbrada, donde la noción del fin de la vida pocas veces es considerada por las personas y que no se acostumbra a pensar en el interés de otras personas sino por uno mismo, es raro que los jóvenes convivan unos con otros si no hay un interés de por medio en beneficio para sí, la amistad es por lo regular sólo un dar y recibir y nada más.
No existe la verdadera amistad o por lo menos eso parece…
En esa tarde lluviosa unos ojos indiferentes observaban la ciudad y su rutina a través de una ventana:
- Aaaah…. Qué aburrido, está lloviendo de nuevo.
Así no podré ir a la convención y conseguir los animes que quiero… - Alejándose de la ventana y de un salto cayó en su cama.
La poca luz del sol que las nubes dejaban pasar, entraba por aquella ventana iluminando el cuarto tenuemente, un cuarto grande, donde se apreciaba un escritorio con una computadora, cuadernos, libros y figuras de colección de animes (Evangelio, Sakura Card Captor, etc.) un estante lleno de peluches diferentes, desde un perrito hasta un onigiri sonriente, pósters de animes… en fin, el cuarto de una adolescente de 15 años. Al fondo del cuarto, al pie de la ventana se encontraba la cama, en ella la figura pequeña de una chica de cabello ondulado y negro, ojos color café oscuro y tez morena, con una cara de aburrimiento extremo. Acostada, miraba las nubes por la ventana…
- Me pregunto si Madi irá. Tal vez si le llamo y le pido que me consiga los animes…
Mmm… no, seguro y me pide dinero a cambio…
Me pregunto por qué todos son así, nadie es capaz de hacer un favor sin pedir algo a cambio, o de hacer algo bueno sin que se beneficien por ello. -
En ese momento vio a un chico de cabello castaño oscuro, ojos claros y piel clara, parado fuera de su ventana, la miraba con tristeza mientras movía su boca como si tratara de decirle algo.
- Imposible estamos en un cuarto piso. – Sorprendida, de un salto se levantó de la cama y abrió la ventana. El chico ya no estaba.
- Qué rayos…, ni siquiera hay donde pararse. - Observó a su alrededor buscando al chico. -Debe haber sido mi imaginación. - Dijo riéndose del susto.
En ese momento se escuchó la voz de su madre que la llamaba:
- Akari… es hora del desayuno.-
- Sí…- Respondió la chica mientras volteaba a ver la puerta.
Ella volvió a cerrar la ventana y salió de su cuarto casi de inmediato, sin embargo la figura del chico estaba fuera de su ventana observando con tristeza.
- Es una lástima… - Dijo empapado por completo y con una profunda tristeza en su mirada.
Al día siguiente por la mañana, las calles de la ciudad estaban llenas de gente y de estudiantes corriendo de un lado a otro tratando de no llegar tarde el colegio o a sus trabajos. Entre ellos se encontraba Akari.
- Ay no… si no me doy prisa llegaré tarde a la escuela.-
Corriendo trato de atravesar la calle sin siquiera voltear a ver el semáforo. En ese momento, un gran auto, de esos que se usan para la mudanza estaba por atropellar a la chica. Ella quedó petrificada y por reflejo cerró los ojos, paso un rato pero nada sucedió. Abrió los ojos y el auto estaba en frente suyo, casi tocándola.
-Realmente es una lástima que mueras hoy…-
Ella volteó a todos lados buscando la voz que le decía esas palabras, dándose cuenta que no sólo era el auto sino todo el mundo parecía estar como congelado.
- Que a caso no te enseñaron a mirar a ambos lados antes de cruzar la calle, no te da vergüenza morir así.
La chica dirigía su mirada hacia arriba, ya que la voz parecía venir de un lugar alto. Vio a un chico muy guapo, parado sobre el techo del auto, con un gran par de alas. Era un ángel de alas negras. Para sorpresa de la chica era el mismo chico que había visto fuera de su ventana el día anterior.
- Heeee~ ¿Qu… Quién eres tú?- Preguntaba la chica con una gran cara de miedo.
- ¿No es obvio? ¿No te das cuenta con solo verme…? - decía el chico mientras volaba hacia la chica.
- N… n… ¡No te acerques! - Decía la chica que retrocedía rápidamente.
El chico la miraba con una tristeza incomparable, mientras desaparecían sus hermosas alas negras.
- Es una lástima que mueras hoy… - Mientras levantaba su mano para tocarla. Ella le evitó alejando la mano del chico de un manotazo.
- ¿Qué es lo que está pasando? ¿Por qué se detuvo todo? - Preguntaba la chica exigiendo una respuesta del chico.
- Detuve el flujo del tiempo para evitar que el auto te golpeara - Contestó el chico, quien sostenía su mirada de tristeza en la chica.
La chica, inquieta por la forma en la que aquel joven la veía, preguntaba:
- ¿Por qué me miras de esa forma?-
El chico contestó con una gran seriedad a su pregunta.
- Porqué es triste y decepcionante que la poca gente como tú muera tan pronto…
- ¿Gente como yo? ¿A qué te refieres con eso? Toda la gente es igual incluida yo.
- Eso no es verdad. Eres de la poca gente que tiene conciencia de lo que pasa en la sociedad y que se preocupa por los demás sin buscar un beneficio para ti. La mayoría no desea ser consciente de lo que pasa y mucho menos piensa en los demás. A causa de eso sus vidas se vuelven vacías, sólo aprecian lo material y nada más.
- De todos modos, ¿Quién eres tú? Aún no me lo has dicho.
- Disculpa, mi nombre es Azra. Soy un ángel de la muerte, mucho gusto en conocerte. -
No existe la verdadera amistad o por lo menos eso parece…
En esa tarde lluviosa unos ojos indiferentes observaban la ciudad y su rutina a través de una ventana:
- Aaaah…. Qué aburrido, está lloviendo de nuevo.
Así no podré ir a la convención y conseguir los animes que quiero… - Alejándose de la ventana y de un salto cayó en su cama.
La poca luz del sol que las nubes dejaban pasar, entraba por aquella ventana iluminando el cuarto tenuemente, un cuarto grande, donde se apreciaba un escritorio con una computadora, cuadernos, libros y figuras de colección de animes (Evangelio, Sakura Card Captor, etc.) un estante lleno de peluches diferentes, desde un perrito hasta un onigiri sonriente, pósters de animes… en fin, el cuarto de una adolescente de 15 años. Al fondo del cuarto, al pie de la ventana se encontraba la cama, en ella la figura pequeña de una chica de cabello ondulado y negro, ojos color café oscuro y tez morena, con una cara de aburrimiento extremo. Acostada, miraba las nubes por la ventana…
- Me pregunto si Madi irá. Tal vez si le llamo y le pido que me consiga los animes…
Mmm… no, seguro y me pide dinero a cambio…
Me pregunto por qué todos son así, nadie es capaz de hacer un favor sin pedir algo a cambio, o de hacer algo bueno sin que se beneficien por ello. -
En ese momento vio a un chico de cabello castaño oscuro, ojos claros y piel clara, parado fuera de su ventana, la miraba con tristeza mientras movía su boca como si tratara de decirle algo.
- Imposible estamos en un cuarto piso. – Sorprendida, de un salto se levantó de la cama y abrió la ventana. El chico ya no estaba.
- Qué rayos…, ni siquiera hay donde pararse. - Observó a su alrededor buscando al chico. -Debe haber sido mi imaginación. - Dijo riéndose del susto.
En ese momento se escuchó la voz de su madre que la llamaba:
- Akari… es hora del desayuno.-
- Sí…- Respondió la chica mientras volteaba a ver la puerta.
Ella volvió a cerrar la ventana y salió de su cuarto casi de inmediato, sin embargo la figura del chico estaba fuera de su ventana observando con tristeza.
- Es una lástima… - Dijo empapado por completo y con una profunda tristeza en su mirada.
Al día siguiente por la mañana, las calles de la ciudad estaban llenas de gente y de estudiantes corriendo de un lado a otro tratando de no llegar tarde el colegio o a sus trabajos. Entre ellos se encontraba Akari.
- Ay no… si no me doy prisa llegaré tarde a la escuela.-
Corriendo trato de atravesar la calle sin siquiera voltear a ver el semáforo. En ese momento, un gran auto, de esos que se usan para la mudanza estaba por atropellar a la chica. Ella quedó petrificada y por reflejo cerró los ojos, paso un rato pero nada sucedió. Abrió los ojos y el auto estaba en frente suyo, casi tocándola.
-Realmente es una lástima que mueras hoy…-
Ella volteó a todos lados buscando la voz que le decía esas palabras, dándose cuenta que no sólo era el auto sino todo el mundo parecía estar como congelado.
- Que a caso no te enseñaron a mirar a ambos lados antes de cruzar la calle, no te da vergüenza morir así.
La chica dirigía su mirada hacia arriba, ya que la voz parecía venir de un lugar alto. Vio a un chico muy guapo, parado sobre el techo del auto, con un gran par de alas. Era un ángel de alas negras. Para sorpresa de la chica era el mismo chico que había visto fuera de su ventana el día anterior.
- Heeee~ ¿Qu… Quién eres tú?- Preguntaba la chica con una gran cara de miedo.
- ¿No es obvio? ¿No te das cuenta con solo verme…? - decía el chico mientras volaba hacia la chica.
- N… n… ¡No te acerques! - Decía la chica que retrocedía rápidamente.
El chico la miraba con una tristeza incomparable, mientras desaparecían sus hermosas alas negras.
- Es una lástima que mueras hoy… - Mientras levantaba su mano para tocarla. Ella le evitó alejando la mano del chico de un manotazo.
- ¿Qué es lo que está pasando? ¿Por qué se detuvo todo? - Preguntaba la chica exigiendo una respuesta del chico.
- Detuve el flujo del tiempo para evitar que el auto te golpeara - Contestó el chico, quien sostenía su mirada de tristeza en la chica.
La chica, inquieta por la forma en la que aquel joven la veía, preguntaba:
- ¿Por qué me miras de esa forma?-
El chico contestó con una gran seriedad a su pregunta.
- Porqué es triste y decepcionante que la poca gente como tú muera tan pronto…
- ¿Gente como yo? ¿A qué te refieres con eso? Toda la gente es igual incluida yo.
- Eso no es verdad. Eres de la poca gente que tiene conciencia de lo que pasa en la sociedad y que se preocupa por los demás sin buscar un beneficio para ti. La mayoría no desea ser consciente de lo que pasa y mucho menos piensa en los demás. A causa de eso sus vidas se vuelven vacías, sólo aprecian lo material y nada más.
- De todos modos, ¿Quién eres tú? Aún no me lo has dicho.
- Disculpa, mi nombre es Azra. Soy un ángel de la muerte, mucho gusto en conocerte. -
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